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Los diez mitos de la Regionalización
 

Lic. Eugenio D´Medina Lora, MBA 

La regionalización debiera ser punto culminante del proceso de descentralización. Esto supone haber pasado etapas, entre ellas, las transferencias de competencias y funciones y el desarrollo de proyectos conjuntos de carácter inter-departamental en el marco de las Juntas de Coordinación Interregional. Implica que la regionalización, como proceso complejo, necesita tiempo para la depuración de varios mitos que la envuelven y que se constituyen, al final, en escollos a la regionalización, incluso aquéllos que supuestamente buscan estimular el proceso.

Mito 1: La regionalización, por sí misma, traerá desarrollo.- Esto es lo que está siendo proferido por la publicidad oficialista. Lamentablemente es falso. Solamente se traducirá en desarrollo si la regionalización puede agrupar espacios económico-territoriales y socio-culturales capaces de orientar estrategias de competitividad regional. El peligro es el embalse de expectativas que puede llevar a que si no hay desarrollo después de la conformación de regiones, los opositores a la descentralización hagan colapsar el proceso. Y los presidentes regionales serán los fusibles para capear el cortocircuito.

Mito 2: El propósito de la regionalización es la constitución de macro regiones.- No existe algo así como macro-regiones porque aún no hay regiones. Precisamente de lo que se trata es de constituirlas. Sólo existen hoy gobiernos regionales sobre circunscripciones departamentales. Y además, las macro-regiones serán, en su momento, un punto de llegada, no de partida, de modo que sólo serán agrupamientos territoriales para llevar a cabo proyectos de gran alcance. Pero de ningún modo serán instancia de gobierno, pues la Constitución sólo reconoce instancias de gobierno nacional, regionales y locales. No habrá presidentes de macro-regiones.

Mito 3: La regionalización se hace por incentivos fiscales.- Esta es la tesis que subyace al actual proceso. Supone que el la regionalización es por “precios relativos”. Entonces bastaría solamente “pagar por regionalizarse” y aparecerá el nuevo mapa político. El simplista razonamiento es que si hay regionalización habrá más dinero y, por tanto, esto justifica de por sí que es conveniente uno u otro agrupamiento departamental, desconociendo que gran parte de lo que sustenta la regionalización es una adecuada integración territorial, económica, social y cultural, que por supuesto, trasciende presupuestos fiscales.

Mito 4: Las Juntas de Coordinación Interregional son cuasi regiones.- Las JCI son un primer paso para proyectar regiones, pero no necesariamente deben culminar en ellas. Como paso previo, es importante consolidar las Juntas, para desarrollar proyectos conjuntos que sirvan de plataformas concretas para agrupamientos regionales. A la fecha, en ninguna Junta constituida se ha empezado a desarrollar algún proyecto patrocinado por ellas. ¿Se puede saltar esta etapa y apresurar un proceso progresivo? Y el tan mentado gradualismo de la descentralización, ¿en qué quedo? Parece que para el Ejecutivo es más complejo transferir competencias sobre un puerto, que construir, nada menos, que un nuevo mapa del Perú.

Mito 5: Las regiones son cuasi-estados.- Las regiones son vistas por algunos como estados soberanos, por lo que se preguntan si tal o cual agrupamiento les va a permitir una salida al mar o un acceso a la amazonía. Un “efecto transoceanitis” pareciera guiar estas posiciones que se oponen a cualquier modelo de regionalización que no contemple las tres regiones naturales. Sin embargo, la realidad es diferente, pues incluso hoy, sin regiones, cualquier ciudadano peruano puede acceder al mar o a la selva y transitar libremente por el territorio nacional. Y el comercio inter-departamental no se interrumpirá si un departamento no se agrupa con otro, como no se bloquea hoy.

Mito 6: La regionalización genera un efecto absorción.- Este enfoque sostiene que, con la regionalización, el grande se come al chico, de modo que sólo se cambiaría el centralismo de Lima por varios centralismos regionales descentralizados. Un departamento con alto PIB o gran masa poblacional, sometería al departamento más pequeño. Pero esto no es necesariamente cierto. Un departamento más pobre puede beneficiarse de otro que tenga mayores potencialidades económicas, las cuales, en contexto de departamentos sólidamente integrados, serían compartidas por la totalidad de pobladores.

Mito 7: Sólo a los gobiernos regionales les concierne la regionalización.- Los gobiernos regionales tienen iniciativa para la conformación de regiones pero no son los únicos a los que les concierne. Los municipios también son impactados por ella, así como las comunidades. Además, la fortaleza de una región se consolida en el desarrollo de las ciudades intermedias, lo que hace del problema algo integral que no sólo compete al ámbito regional. Y también a las organizaciones privadas, desde empresas hasta sindicatos y ONG´s, les afecta la regionalización.

Mito 8: La regionalización es un juego de suma cero.- Supone esto que, con la regionalización, alguien pierde y alguien gana. Y que esto es inevitable, por lo que lo que un departamento gana, el otro lo pierde. Pero no es así cuando la regionalización se hace sobre bases firmes de integración, pues este planteamiento desconoce las sinergias que pueden generarse por la unión de departamentos.

Mito 9: Los departamentos que no conformen regiones no se desarrollarán.- Este planteo equivale a que la regionalización es ahora o nunca, lo que es consistente con el apresuramiento del Ejecutivo para realizar el referéndum ya. Pero los gobiernos regionales que no se integren, aun pueden desarrollar proyectos con otros en el marco de las Juntas. Plantear a la regionalización como urgencia de todo o nada para acelerarla, es desplazar el planeamiento estratégico en aras del cumplimiento del plazo político. Por eso se ha elaborado – y aprobado - expedientes técnicos de sustento de agrupamientos regionales que no constituyen documentos integradores.

Mito 10: Con la regionalización se podrá enfrentar mejor a Lima.- Increíblemente, esta es una de las puntas de lanza de la publicidad oficial. Nos dice que la regionalización es buena porque Lima es el enemigo y hay que unirse para enfrentarlo. De aquí al federalismo, al separatismo y a la secesión existe muy poco trecho. Primero, si fuera una cuestión de territorio, Loreto sería el departamento más poderoso e Iquitos la capital del Perú. Segundo, la regionalización debe impulsar un modelo cooperativo entre Lima y las regiones desde posiciones más coherentes, sustentado en ventajas competitivas. Para ello, debe desarrollarse la competitividad en las regiones y la modernizar la burocracia capitalina. Gran parte de la tugurización limeña se debe a la migración derivada de la centralización. Si hubiera cuatro o cinco ciudades del interior con más de dos millones de habitantes, Lima sería más habitable.

La mayoría de estos mitos han sido promovidos por la errónea estrategia del Ejecutivo para inducir a un voto por el “sí” y otros han sido esgrimidos por algunos promotores del “no”. Queda clara una cosa después de esta revisión: el derrumbe de los mitos se logrará con el tiempo para la reflexión y el conocimiento, en una nueva consulta que sea resultado de un análisis profundo que debiera ser parte medular de la próxima campaña electoral para las presidencias regionales y para las alcaldías.

La regionalización es buena, pero llevada apresuradamente va a ser foco de intensos conflictos al interior de las nuevas regiones. Y la repetición de la experiencia de los ochenta estará a la vuelta de la esquina. Nada se perderá si se espera un poco más. Ni aparecerán fantasmas ni hay de qué asustarse. Pero se ganará en consensos si se va sin prisa aunque sin pausa. Un año de reflexión, hasta noviembre de 2006, es plazo apropiado para que la ciudadanía construya posiciones consistentes y libres de mitos.

(*) Consultor en descentralización y profesor de la Facultad de Economía de la UPC.
 

Fuente: El Regional de Piura - 20/10/2005